Tariq Alí / The Independent
El general Pervez Musharraf actuó rápida y despiadadamente cuando tomó el poder y se convirtió en el cuarto dictador militar de Pakistán en octubre de 1999: se proclamó a sí mismo presidente del ejecutivo del país. Cuando perdió la confianza de dos de sus miembros clave -los Estados Unidos de América y el ejército pakistaní-, accionistas mayoritarios de Pakistán S.L., se dio cuenta de que había llegado su hora. Después de un discurso vagaroso e incoherente a la nación, repleto de las más pueriles autojustificaciones, dimitió. Debería de haberlo hecho cuando expiró su mandato, pero ávido de poder, su mente permaneció impenetrable a los gritos de tormento que venían de abajo.